A lo largo de nuestra vida son incontables las veces en que
hemos escuchado la importancia del uso de la lengua que debemos escribir
siempre con buena ortografía, hablar adecuadamente sin golpear las palabras y
además leer constantemente para mejorar estas habilidades. Pero a pesar de este
tipo de insistencias, siempre parece que terminamos preguntándonos lo mismo:
“¿Sujeto y predicado? ¿Eso para qué sirve? ¿Adverbios y verbos? ¿No son lo
mismo? ¿Palabras graves, agudas y esdrújulas?" Nos acostumbramos a quitarle
valor al lenguaje, y somos incapaces de comprender que la invención de la
lengua fue quizá tan importante como el descubrimiento del fuego.
Todos los días en caso todo momento, hacemos uso del
lenguaje: al comunicarnos unos con otros, al enviar un mensaje de texto. La
lengua hace posible que nuestra sociedad funcione de la manera que lo hace, y
sin ella, probablemente nunca hubiésemos sido capaces de construir un legado
está en peligro. Quizá sea porque cada vez ignoramos más las reglas ortográficas,
o por acostumbrarnos a reemplazar palabras de nuestra lengua, español, por
variantes en otros idiomas.
Y aunque no lo parezca, la problemática va mucho más allá de
no poner tildes, o de golpear un poco las palabras al hablar. El problema está
en la costumbre, pero en la nueva: olvidar de donde viene nuestro idioma, las
normas, sus raíces. Olvidar el legado y en vez de preservarlo, reemplazarlo. Si
estas actitudes continúan, terminaremos desapareciendo el verdadero idioma. El
español se extinguirá debido a la multitud de cambios y malos usos, y antes de
que nos demos cuenta, nuestra lengua será una totalmente distinta. Es nuestra
responsabilidad conservarla para que nuestro legado pueda mantenerse a través de
la historia.
Por: María Fernanda Orozco y María Gabriela Tovar, 11°
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